Me
gusta la gente que se sorprende cuando, después de un esfuerzo, decide seguir
el último repecho y descubre un bello paisaje que le hace soltar un “ohhh…” y
dibujar una sonrisa en su rostro… En ese preciso instante, piensa: “esto es,
esta es la recompensa, mereció la pena”. Y con este pensamiento y sentir,
continúa su vida, sabiendo que cualquier nuevo esfuerzo en su caminar, vendrá
seguido de una gran recompensa… Y con este pensamiento y este sentir, se
fortalece, espera con agrado nuevos retos… es más, va a buscarlos.
Me
gusta la gente que se toma unos instantes para sentir el calor del sol en la
cara y respirarlo… con la humildad y la sabiduría de sentirse una parte del
gran Universo.
Me
gusta la gente que se descalza en la hierba, en la arena o en las rocas y
siente cómo la Tierra sujeta sus pies y le sostiene.
Me
gusta la gente que decide salir de su “área de confort” y compra el pan en la tienda
a la que nunca entró.
Me gusta
la gente que decide salir de su “zona de seguridad” y ve una película que jamás
pensó… y rompe la rutina para ir al teatro con gente que no conoce mucho.
… y decide mirar a los ojos a
todas las personas con las que se cruza dando un paseo.
… y hace las maletas y se va a
otra ciudad por una temporada… o no tan temporal.
… y decide parar y echar raíces
en una casa que le resulta acogedora, dándose la oportunidad de reflexionar,
sentir, comprender. Porque nunca lo hizo…
… y saluda a aquel vecino con
el que nunca habló.
… y se viste con ropa que jamás
pensó le pudiera gustar.
… y le dice a las personas que
le manipulan ¡Basta Ya!
…y decide abrir los brazos,
extensiones del corazón, para recibir todo el Amor y Bendiciones.
… y decide ser libre, tomar sus
alas, aceptarlas, amarlas y batirlas bien fuerte para salir volando y ver cómo
la línea del “área de confort” (su corralito de acción) se difumina cada vez
más… hasta sentir que no hay límites… y cuando está allá, volando alto,
comprende que aquella línea, la dibujó ella misma…. Y ella misma la borró.